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Andanzas entre microcosmo y macrocosmo

Aún joven y separado de mi primera esposa, viví un período de pura locura: entre una profunda depresión nerviosa y las drogas, buscaba un nuevo camino. Durante uno de mis frecuentes viajes en autostop, descubrí la astrología y los tarots. Bajo la guía de Oswald Wirth, estudié los arcanos mayores del tarots uno por uno, tratando de revivirlos en mí, a pesar de que aún no sabía que representaban los principales arquetipos de la humanidad. Así comenzó mi largo proceso de autoanálisis junguiano, como descubriría más tarde.

Mientras tanto, continuando con los estudios de astrología, empecé a leer los tarots primero a conocidos y luego a extraños. Gradualmente me dediqué a la profesión de astrólogo y cartomántico tanto en Italia como en España. Colaboré con radios y televisiones, y trabajé en locales renombrados y hoteles de lujo. Aunque no me enriquecí, vivía con cierta comodidad. Pero ¡aclarémonos! Nunca intenté hacer adivinación, sino que, a través de la simbología encerrada en la astrología y los tarots, lograba expresar el lado inconsciente de los clientes, mientras me limitaba a guiarlos en la interpretación. Solo mis estudios posteriores en psicología me indicaron que, mediante las herramientas utilizadas, había sido inconscientemente conducido a lo largo de ese camino secreto que, desde hace milenios, ocupan los mejores espíritus del Oriente.

Con el tiempo y con la ayuda del Hatha Yoga, ya completamente recuperado de los problemas psíquicos y, de hecho, provisto de una renovada energía, retomé los estudios de economía y mientras realizaba las primeras investigaciones y publicaciones, me gradué en Parma con una de las primeras tesis realizadas con procesamiento informático de datos. A los pocos meses, ya trabajaba en el departamento de psicosociología de las organizaciones (“Relations humaines” en aquellos tiempos) de H.E.C. de la Universidad de Lausanne (Suiza). Permanecí cuatro años en la facultad donde, después de superar los exámenes de validación, fui admitido para realizar mi doctorado, mientras aprendía realmente el funcionamiento, no solo teórico, de las empresas.

Sin embargo, mis ambiciones eran muy diferentes y quería conocer a fondo el motor del mundo en que vivimos: la economía, precisamente.

Así empecé mi doctorado en la universidad de Fribourg, con una tesis titulada “Los mercados conviviales, es decir, el papel de la cultura dentro de la estructura y la realidad económico-social”, todo un programa, ¿verdad?

A veces pienso en mi ingenuidad al defender, en el presente como en el pasado, la existencia de sistemas económicos mejores que el nuestro y cómo el libre mercado no es más que una construcción teórica alienada.

Cuatro años después, en 1996, obtuve mi PhD. en Ciencias Económicas y Sociales (magna cum laude). Sin embargo, dada la connotación extremadamente utópica de mi doctorado, encontré cerradas las puertas del mundo académico y así me reciclé en el entonces en auge mundo de internet, gracias al cual mantuve a mi familia durante casi tres décadas.

Todos mis estudios en economía, junto con la experiencia de pequeño empresario, me han llevado a la conclusión, ya anunciada en mi PhD., que este sistema económico está sostenido por la pura locura y la injusticia. No tengo intención de extenderme en detalles sobre los cuales he escrito largamente también recientemente (ver “Utopía? Persistencias culturales y economía”),  solo quería destacar cuán inútiles son ya las diatribas políticas. Nuestro futuro lo escriben las grandes multinacionales que controlan el mundo como tantos imperios transversales, sin fronteras. Políticas económicas de izquierda o derecha según los períodos, mientras los gobiernos asumen como papel el de gestores y fabuladores de la realidad humana.

Mientras escribía mi último libro investigué sobre los arquetipos y, inevitablemente, me encontré nuevamente con C.G. Jung y me perdí literalmente entre “El libro rojo”, “El secreto del flor de oro” y así sucesivamente, completando buena parte de su producción. También llegué a la conclusión de que el verdadero problema está dentro de nosotros, en nuestra mente enferma y desfigurada por el supuesto racionalismo de la ideología del libre mercado. Jung ya intuía que, una vez caído el baluarte de la Iglesia católica, el inconsciente colectivo explotaría en guerras y holocaustos y el malestar mental se extendería por todo el mundo occidental.

El aspecto más personal de estos estudios y reflexiones ha sido el de comprender, a distancia de tantos años, que estaba en el buen camino con la astrología y los tarots aunque, gradualmente los había alejado de mi vida por razones prácticas.

Como en la simbología del Ouroboros (el serpiente que se muerde la cola, de la mitología vikinga) sentí el imperativo vital de completar el círculo.

Y así retomé los estudios psicológicos obteniendo, primero, un certificado de Yale, luego, otro de la Universidad de Florida, mientras me diplomaba como Psicoterapeuta y me convertía en Instructor de Mindfulness, en años de intenso compromiso.

En la actualidad realizo consultoría como psicoterapeuta de enfoque junghiano donde la astrología y los tarots sirven para establecer una relación con el inconsciente del cliente. Por otro lado, pero siempre consecuentemente, he comenzado a impartir cursos de Mindfulness individuales y grupales.

De esta manera, quisiera contribuir al bienestar emocional del mundo en que vivimos, tratando de no separar el macrocosmo (la realidad económico-social a la que pertenecemos) del microcosmo (nuestra mente y los sentimientos más profundos). De hecho, es esta estimulada disyunción la que a menudo nos impide percibir el presente como tal.

PhD. Angelo Cacciola Donati, 25/04/2004

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