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El propósito de la astrología

Pero entonces, ¿cuál es el propósito actual de la astrología? Consiste en utilizar un marco de interpretación para ilustrar lo que nos vincula, no ya a los astros mismos, sino a sus símbolos.

Como sabemos, el símbolo conecta dos realidades en torno a un mismo significado. Así, en el corazón mismo de nuestra subjetividad, el símbolo transforma en imágenes y metáforas una concordancia entre lo que nos anima en el imaginario y las innumerables informaciones que nos llegan desde el exterior.

Sin embargo, los símbolos astrológicos (basados en el sistema solar y en el zodíaco) solo nos hablan de una minúscula burbuja periférica, insignificante en comparación con el universo entero. Aun así, esta burbuja está centrada en el humano tal como él se cuenta cosas sobre sí mismo y su relación con el cielo.

Ese es el horizonte astrológico: un bestiario simbólico que se proyecta sobre la bóveda estrellada hasta el punto de imaginar que el mundo se limita a esta esfera a la vez visible, en la observación de las estrellas, y fantaseada, debido a un aumento de poder de imágenes interiores, desde nuestra psique. Precisamente, desde el lado del imaginario, se intuye otro infinito, «abarrotado» por las imágenes que pueblan nuestro mundo interior.

Con esto en mente, ¿cómo seguir otorgando el menor interés al cielo astrológico? Juntos, la astronomía y la astrofísica han efectivamente desmitificado la creencia en un cielo capaz de gobernar la vida de los hombres.

¿Están por ello obsoletas las teorías astrológicas? Hoy se plantea abordarlas desde un ángulo completamente diferente: el de una estructura transversal entre el sistema solar y el psiquismo humano. Esta estructura se encuentra en un nivel infinitamente más sutil que el de un vínculo exclusivamente físico entre los planetas y nosotros. Podemos comparar esta conexión con lo que describen las teorías cuánticas acerca de lo infinitamente pequeño, donde ya no se puede más que auscultar campos de energía e intercambios de información.

Pero entonces, ¿cuál es el propósito actual de la astrología? Consiste en utilizar un marco de interpretación para ilustrar lo que nos vincula, no ya a los astros mismos, sino a sus símbolos.

Como sabemos, el símbolo conecta dos realidades en torno a un mismo significado. Así, en el corazón mismo de nuestra subjetividad, el símbolo transforma en imágenes y metáforas una concordancia entre lo que nos anima en el imaginario y las innumerables informaciones que nos llegan desde el exterior.

Sin embargo, los símbolos astrológicos (basados en el sistema solar y en el zodíaco) solo nos hablan de una minúscula burbuja periférica, insignificante en comparación con el universo entero. Aun así, esta burbuja está centrada en el humano tal como él se cuenta cosas sobre sí mismo y su relación con el cielo.

Ilustremos esto saliendo de la exclusividad de la tradición astrológica occidental y considerando uno de los ideogramas chinos. Así, la palabra ‘cielo’, Tiān, está representada por un hombre que abre los brazos ampliamente. Un trazo horizontal se coloca sobre él. Este hombre expresa la idea de que el cielo es el límite superior de su mundo y de su propia grandeza.

Vemos aquí la materialización de un cielo a nuestro alcance y proyectado sobre el cosmos infinito. Ese es el horizonte astrológico: un bestiario simbólico que se proyecta sobre la bóveda estrellada hasta el punto de imaginar que el mundo se limita a esta esfera a la vez visible, en la observación de las estrellas, y fantaseada, debido a un aumento de poder de imágenes interiores, desde nuestra psique.

Precisamente, desde el lado del imaginario, se intuye otro infinito, ‘abarrotado’ por las imágenes que pueblan nuestro mundo interior.

En definitiva, redescubrir la fuente mítica que, en tiempos pasados, confirió un valor simbólico a los astros, al punto de ver en ellos dioses vivientes, es percibir la frontera misteriosa donde dialogan dos infinitos, el del cielo y el de nuestro imaginario. No dudemos de ello, si Dios (nos dicen) creó al hombre a Su imagen, el hombre también ha moldeado su horizonte celestial a partir de su subjetividad.

Ciertamente, podemos considerar que esta visión de las cosas está superada, si no es que arcaica. ¿Estamos seguros de ello? Hoy, el psicoanálisis se detiene a considerar, en cada uno de nosotros, el misterio de la unión dinámica entre nuestro sujeto y el objeto del mundo. En cuanto a la física cuántica, pone de relieve la relación de fuerza que se establece entre las dos componentes del universo, la materia y la luz, surgidas juntas de la estructura unificada del espacio-tiempo.

Cfr. Quand l’astrologie se dévoile, Fédération Des Astrologues Francophones (FDAF), www.fdaf.org

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