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El destino astrológico

El destino exclusivamente astrológico no existe. No puede reemplazar el determinismo de las causas naturales (nuestra herencia), ni el papel de las condiciones sociales (nuestro entorno).

En el momento de nacer, gracias a los genes transmitidos por nuestros padres, toda la historia física de la humanidad nos es transmitida. Luego, rápidamente, entramos en contacto con un segundo legado resultante de nuestro entorno y nuestra cultura. Este también condiciona nuestros primeros pasos, a medida que observamos e imitamos a otros, en lugar de tener que reinventar el lenguaje, las actitudes sociales, los conocimientos…

Por lo tanto, consideremos que cada uno de nosotros es el doble producto de la historia de la vida y de la historia de los hombres. De esto resulta, inscrita en nosotros, una base de datos que contiene programas gracias a los cuales estamos totalmente capacitados para decodificar las señales que vienen del exterior.

La tesis principal de la astrología es añadir un tercer legado, igualmente esencial. Este proviene, a nivel psíquico esta vez, de los innumerables sedimentos de los cuales está hecha la humanidad y a partir de los cuales vamos, cada uno, a elaborar el prodigio de la conciencia.

Este es el universo subyacente que la astrología transpone en un verdadero teatro interior que, en ciertos aspectos, se une a la elaboración de los antiguos mitos así como a las instancias descritas por el psicoanálisis. Se trata, ante todo, de un cielo interior. Es un trasfondo arquetípico que cuestiona la idea según la cual, al nacer y en el plano psíquico, seríamos una tablilla de cera virgen de toda inscripción.

A la pregunta de si la astrología añade algo a nuestros determinantes hereditarios y a nuestros marcadores culturales, sociales y educativos, la respuesta es… ¡sí! Porque nuestra personalidad no solo está modulada por nuestros genes y los múltiples señales recibidas de nuestro entorno; también está prefigurada por elementos psíquicos inscritos en nuestro imaginario y de los cuales da cuenta la astrología. No sin precisar que todo esto no se expresa por sí mismo, sino en respuesta a las incitaciones que nos llegan.

Esto cuestiona el supuesto poder del astrólogo: el de describir de antemano el detalle de toda una vida. Su verdadero y justo propósito es iluminar en qué ciertas situaciones nos solicitan respuestas específicas, ellas mismas reveladoras de nuestro universo interior.

Sin embargo, la astrología va más allá cuando considera (en cada uno de nosotros) el principio de un proyecto íntimo, tal como nos incita, subconscientemente, a manifestar ‘aquel’ que somos. Porque si somos captados por el mundo y si le respondemos manifestando nuestras aptitudes y predisposiciones, recíprocamente, también nos apoderamos del mundo, debido a nuestra necesidad irresistible de realizarnos en él.

Durante los primeros años de nuestra vida, ‘eso’ ocurre en nosotros y ‘eso’ actúa a pesar nuestro… Nuestro proyecto personal encuentra allí su cuenta; porque al responder de manera muy personal a todo lo que nos solicita, prefiguramos lo que tendrá sentido para nosotros. Así, a través de las innumerables etapas de nuestro recorrido, nuestro perfil se dibuja, nuestras potencialidades se manifiestan, nuestro carácter particular se construye.

Para describir todo esto, la astrología utiliza una herramienta tanto conceptual como simbólica gracias a la cual podemos reconocer, en nuestra propia historia, las etapas de un verdadero roce, aquel del mundo imaginario que, al igual que nuestra herencia biológica y que nuestro legado cultural, preside, paso a paso, a nuestra toma de conciencia.”

Cfr. Quand l’astrologie se dévoile, Fédération Des Astrologues Francophones (FDAF), www.fdaf.org

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